Tenían sus discusiones como todas las parejas pero tenían una cosas especial en común; no podían vivir el uno sin el otro.
Eran jóvenes pero su amor era grande.
El chico estaba locamente enamorado de esa chica de ojos verdes y marrones, y ella estaba locamente enamorada de sus ojos marrones que con el sol le daban un toque a verde.
Según dicen la historia de amor fue eterna, el chico así lo quiso y la chica siguió amándole cada día más.
El no dudaba ni un segundo en abrazarla cuando estaba mal, triste o deprimida, no hacia falta decirle nada, el ya lo notaba. La conocía muy bien y sabía que no podía vivir sin su amor, sin el.
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